Cada vez más, pasamos nuestro tiempo intentando hacer lo que debemos, encajando más cosas en cada minuto de la vida. Pero de algún modo, no nos sentimos satisfechos ni conformes. ¿Por qué? Porque las cosas que perseguimos tan fervorosamente no son las cosas que realmente queremos. Siempre queremos más. De hecho, nunca se puede conseguir suficiente de lo que realmente se quiere. Y cuando hablamos de adicciones las más conocidas son: el cigarro, alcohol, drogas, sexo, relaciones codependientes, shopping, trabajo en exceso, like en las redes sociales, comida chatarra, fama, y a todo cuya gratificación sea temporal e inmediata, o placer instantáneo.
La adicción es la necesidad insaciable de satisfacer un deseo profundamente arraigado con algo que simplemente no puede satisfacerse. Cuando nuestro deseo por algo es saludable, complacer ese deseo no sólo nos satisfará, nos permitirá estar más presentes en la vida. Disfrutar de una rica comida gourmet, una tarde en la playa, una conexión apasionada con otra persona, o una copa de buen vino puede reforzar su sentido de alegría y su vitalidad. Pero cuando se es adicto y se nos acaba el placer corremos por más.
El placer va en aumento. Así como la necesidad de la próxima dosis de droga. Y cuando pasa el efecto, queda únicamente un lugar vacío en el estómago; algo falta. Si escucháramos por un momento y en lugar de dormir los sentimientos, y el dolor que llevamos acumulando, lográramos ser valientes y dejamos de escapar al próximo placer, quizás descubrimos algo nuevo, que se ha acumulado en nosotros durante muchos años y no encuentra paz. La búsqueda tras un significado más profundo de todo lo que sucede a nuestro alrededor. La respuesta a una simple pregunta: ¿Por qué me hago esto? ¿Por qué no puedo parar? La persona que busca este tipo de satisfacción, no puede encontrarlo dentro de una rutina diaria, sino únicamente en una investigación espiritual verdadera que les dé respuestas a preguntas esenciales como: “¿Cuál es el sentido de mi vida?”, “¿Por qué no siento satisfacción en mi vida?”, etc. La lista de preguntas podría ser abrumadora.
Si no encontramos respuesta a estas preguntas, seguiremos llenándolas con todo tipo de placeres pasajeros como las drogas, comida y otros vicios que nos aseguran goces de corta duración y nos dirigen a una sensación de vacío y dependencia. Esta es la razón por la que todo intento de disuadir y amenazar a los consumidores de drogas, está destinado al fracaso total. La verdadera solución es posible solamente si tratamos de raíz el problema y no los síntomas, el motivo de la enfermedad y no la enfermedad misma. La solución es ofrecer respuestas verdaderas a preguntas existenciales, por medio de un estudio que desarrolle en el hombre una comprensión genuina del significado y propósito de su vida y un entendimiento profundo del mundo en el que vivimos, para conseguir una realidad más amplia.
La búsqueda de la próxima dosis de placer cesará naturalmente y con ella también la necesidad de escapar a las drogas. Los Kabbalistas nos enseñan que dentro de cada cosa creada hay una chispa de Divinidad. Cuando el cuerpo humano está hambriento por un trozo de pan físico, es un reflejo del anhelo de su alma por la chispa que hay en el pan. El ansia viene del lugar más santo dentro de cada uno de nosotros: nuestra alma. Que tenemos esa ansia es una prueba poderosa de que somos parte de una divinidad. El Maestro Kabbalista Albert Gozlan nos explica que el ser humano tiene dos estómagos; uno físico y el otro espiritual. El primero se llena con comida; pollo, carne, verduras, etc. Si físicamente pasamos hambre tendremos dolores de cabeza, deshidratación y muchos malestares. Que al comer son solventados. El segundo estómago requiere alimentos de “secretos del cielo”. Si nunca hemos hecho conciencia de todo esto, observaremos que nuestra alma está desnutrida. Y como no sabemos interpretar el hambre del alma, pues de alguna manera y con los cinco sentidos y en el mundo físico del 99% confundimos esa hambruna espiritual y la llenamos con adicciones (alcohol, drogas, sexo, comida, etc). Esto finalmente solo nos trae destrucción. Se vuelven paliativos que no funcionan
No es por hacer publicidad, pero soy una mujer que ha asistido a programas de doce pasos buscando respuestas a estos comportamientos erráticos que hacemos, toleramos y aceptamos como parte de la sociedad e integramos como normales, cuando no lo son. Y sé que lo más difícil es primero aceptar que tenemos un tema, que va más allá del consumo y es emocional. Pero destapar esa caja de pandora es lo menos que queremos hacer. El dolor puede ser muy amenazante y la opción más fácil es negar que tenemos un problema. Y que debemos ponernos en acción, porque nadie vendrá a solucionarnos la vida. Si queremos estar mejor, debemos hacer cosas diferentes y salirnos de nuestro cuadro y ver las cosas desde un panorama de largo alcance. Aplicar Amor duro, Columna de Rigor del Árbol de la Vida (Geburah). La magia no ocurre con solo aceptar, debemos hacer cambios radicales, y cuestionarnos porque estamos en esa situación y que vamos a hacer para mejorar. La conmiseración no lleva a nada, simplemente nos regresa al mismo loop en el cual no vemos la salida.
Sin embargo, si canalizamos esa obsesión y decidimos hacernos adictos a la Luz que resplandece en la realidad el 99%, que consiste en todo lo que es eterno, profundamente significativo y en todo lo que el dinero definitivamente no puede comprar. Podríamos encontrar paz, serenidad y respuestas a nuestras preguntas existenciales. Pero el problema es este: Se necesita toda una vida para desarrollar y evolucionar una verdadera adicción a la clase de energía positiva que irradia de la Luz, la energía divina que impregna esta impresionante realidad del 99%. Y así tropezamos y caemos conforme las adicciones fáciles y oscuras de este mundo físico del 1% que nos van atrapando en sus trampas seductoras cada día, cada hora, cada minuto, mientras nos esforzamos y luchamos toda la vida tratando de desarrollar adicciones positivas.
Se tarda menos de un segundo en convertirse en adicto a las gratificaciones oscuras e inmediatas que seducen a nuestro ego. Y se necesita toda una vida de trabajo para volverse adicto a la clase de energía que transforma tu vida sin medida, permitiéndote probar que puedes encontrar felicidad, éxtasis, alegría y satisfacción.
No es fácil. Las probabilidades están en contra de nosotros. Es por eso por lo que se nos dio la tecnología y las herramientas del Zohar. A lo largo de la historia, las personas de diferentes culturas han utilizado la meditación para encontrar paz y bienestar, y para acceder a niveles más elevados de conciencia. La Meditación Kabbalística tiene como objetivo permitirnos interactuar directamente con los mundos superiores en un esfuerzo por acercarnos más a la Luz.
Los kabbalistas enseñan que, mediante la meditación, podemos conectar con la voz de nuestra alma, despertando así nuestra capacidad innata para recibir poderosos mensajes y dirección. Así que la próxima vez que sientas la urgencia por usar o consumir alcohol, drogas o comer en exceso podríamos detenernos cerrar los ojos, y meditar en el Nombre de Dios No. 20 (Libre de las Adicciones) para encontrar recibir la luz de lo que realmente nuestra alma desea, que no es el siguiente trago, pastilla o galleta. Luego abrir los ojos, y sentir esa certeza, que con la integración de esas letras divinas hemos ingerido e integrado una chispa de Divinidad. Puedes preguntarte, ¿qué es lo que no quieres sentir? ¿qué es lo que quieres evadir? Si tienes alguien de confianza podrías compartir lo que te sucede con alguien más. Tendemos a carecer de objetividad cuando estamos nublados por la depresión, rabia o resentimiento. Cuando le ponemos voz y hablamos del tema deja de consumirnos mentalmente, y por lo general todo encuentra su camino. Por eso las crisis son oportunidades para cambiar y seguir adelante. Si huimos simplemente será un tema que repetiremos una y otra vez, un callejón sin salida. Y es solo cuestión de valentía y de hacer algo diferente. Hay niveles de adicciones, y si es necesario intervenir centros especializados y profesionales en el campo, pues son recursos a los que tendremos que entrar. La cosa es hacerle frente y no dejar para mañana algo que puedas resolver hoy.
Además, las leyes de La Kabbalah nos enseñan que cualquier adicción que estemos enfrentando se puede terminar si ejercemos un plan de 40 días de abstinencia y sustituirlo por conocimientos de secretos del cielo. La meditación diaria de los 72 Nombres de Dios servirá como alimento espiritual a nuestra alma para no caer nuevamente en el vicio. A esto le sumaría el compartimiento con un grupo de apoyo, y un padrino que nos servirá para hablar de nuestros temas más íntimos y profundos.
Encaremos nuestros defectos, y llenemos de certeza nuestra alma. Nuestras sombras están allí por algo y deben ser integradas, pues la negación no nos llena de luz, al contrario, nos encarece. Y termino este post con esta cita:
“El adicto busca en los lugares equivocados, pero va detrás de algo muy importante, y no podemos permitirnos ignorar el significado de esa búsqueda.” Deepak Chopra.