Creo que una de las más complejas y complicadas relaciones que he tenido en mi vida es con la comida. Por temporadas parece que nos llevamos bien y otras no mucho. Nunca he sido “gorda” pero mentalmente ese es el feedback que recibo cuando me observo ante un espejo, o salgo de compras y ese jeans en talla 2 ya no me quedan…
Siempre he sido una persona aficionada a los temas de nutrición. Me he sometido a dietas extremas y diferentes… Desde pasar por temporadas de juicing, vegetarianas, La Dieta de South Beach, Keto, Baja en Carbs, balanceadas hechas por nutricionistas o la que esté moda o en turno.
Creo que por mi signo zodiacal (Acuario) regido por Saturno y Urano, he logrado mantenerme con más orden y disciplina en lo que meto a mi plato a la hora de comer. Pero no siempre ganó la batalla. Empecé a estar más consciente de este tema, cuando empecé a alinear mi vida al ciclo lunar. Ya que nuestro satélite dura 29 días y unas cuantas horas en dar la vuelta completa, cada dos días y medio aproximadamente pasa por cada uno de los signos del zodiaco; y cuando está en signos de agua, los cuales representan las emociones, esos días para mi son más complicados que el resto. Gracias a esta observación y aplicar herramientas como el journaling he podido aventurarme en un viaje que aun no termino de conocer, pero estoy consciente del tema y me he bajado de ese modo piloto en el que estaba. Porque reconoció que había un tema, pero si soy honesta no sabía que podía hacer para mejorarlo.
Nunca se me había ocurrido pensar que tenía que separar mis emociones de mis necesidades físicas, porque simplemente comía sin estar consciente de que si me sentía triste, enojada o sola eso influiría en la elección de mi menú. Crecí en una familia latina y en mi casa era normal que si estaba triste mi mama me ofreciera un helado para animarme, o si teníamos algo que festejar saliéramos a comer, en resumen cualquier logro se celebraba con comer algo rico lleno de azúcar, carbohidratos y grasas. Y no quiero satanizar al azúcar y la comida en general, pero ahora sé que hay formas más saludables para regocijar los éxitos, que pueden incluir la comida por supuesto pero debe de existir una conexión racional en mi mente para diferenciar las cosas.
La forma en la que nos alimentamos está influida por factores biológicos, geográficos, sociales, culturales, y sin duda emocionales. Esta combinación determina cómo comemos cada uno. Comer es necesario para la vida y cumple una función fisiológica en la supervivencia. Nuestra biología desarrolló señales potentes que nos llevan a comer, el hambre, o a parar de comer, la saciedad. Estas sensaciones en ocasiones pasan inadvertidas o se confunden en muchas personas, y con ello llegan algunos desajustes. Para no dejar de comer, y así conseguir la supervivencia de la especie, comer tiene que producir placer, y los sabores de los alimentos nos lo proporcionan, al tiempo que eliminan el malestar que sentimos con el hambre.
Pero en estos tiempos modernos, esto es un gran desafío. Con un solo click en nuestros teléfonos podemos acceder a muchos restaurantes de comida rápida sin salir de nuestros hogares. Y si vives en una ciudad, por todos lados encontramos publicidad anunciando hamburguesas, donas y pizzas que no necesitamos y muchos caemos en sus trampas.
En definitiva, obtener en la comida placer, satisfacción, calma, bienestar y consuelo, es una respuesta natural de nuestro “mecanismo de recompensa”. Pero cuando la comida nos produce emociones como culpa, miedo, descontrol, e incluso, desesperación es porque en definitiva tenemos emociones que trabajar fuera del menú. Salir de ese círculo vicioso ha sido un poco complicado, porque como físicamente me encuentro “en forma”, las personas que me conocen piensan que estoy loca y que no debería preocuparme por esto, pero si estoy rompiendo el silencio es porque no lo es. Ya que siempre que comía un chocolate o algo que no tiene un aporte nutricional me llenaba de culpa y vergüenza. A veces prefería comer a escondidas para no sentirme juzgada. Definitivamente no es una actitud sana y decidí parar y trabajar lo que he estado ignorando y anestesiando con la comida.
Esto me llevó a una serie de preguntas que encontré en la web buscando respuestas:
¿Picas constantemente?
¿Tus emociones son las que dirigen cómo comes?
¿La comida es una preocupación u obsesión en tu vida?
¿Estás luchando para no comer determinadas cosas?
¿El tema de la comida es recurrente en tus pensamientos?
¿Terminaste de comer y ya estás pensando en lo que comerás después?
¿Sueles tener dificultad para parar de comer, o no eres capaz de dejar comida en el plato?
¿A cuántas has contestado que sí? ¿Yo? a más de 4… Sigue leyendo…
Muchas veces somos conscientes de que nuestra conducta no es la más adecuada, y que responde a emociones y no a hambre. Nuestro cuerpo puede estar mandando señales de peligro con sobrepeso, colesterol, diabetes, alergias en la piel, y solo recurrimos a esa medicina occidental para aplacar la dolencia física sin haber hecho su conexión emocional.
Para mi un tema recurrente es el acné, el cual me afecta cíclicamente. Y finalmente pude ver que mi brote ocurre para la temporada de Capricornio. Donde hay muchas salidas y fiestas. Suelo poner en la mesa de mi sala y counter de la cocina: pastelitos, dulces y chocolates. Además de mantener en mi despensa más goodies de lo que normalmente hago. Como resultado; pico más de lo normal. Comiéndome esos pastelitos, chocolates y galletas que compré con la idea de compartir. Todo ese azúcar en mi cuerpo provoca ese brote odioso de espinillas y barros. Y emocionalmente comer ese azúcar es llenar esa dulzura emocional que de repente estoy añorando y necesitando; pero que tampoco estoy pidiendo.
La última vez que tuve un atracón y caí en ese círculo de comer emocionalmente se dio, porque todos en mi casa se habían ido y me sentí sola, enseguida trate de resolverlo con un paquete de galletas y de ese paquete me comí tres… Trate de resolver con la comida una emoción que no tenia que ver con un hambre fisiológica. ¡Pero me pude ver! Comiendo de forma descontrolada, inadecuada y compulsiva. Esto generó una recompensa inmediata y temporal por todo el azúcar que había consumido, pero así como es el High es el Low. Tal cual le pasa a un adicto cuando consume drogas… Minutos después me sentí frustrada y llena de culpa, tristeza, miedo y ansiedad… Pensé que si no hacía un stop nuevamente replicaría la experiencia comiendo para sentir de nuevo control y satisfacción.
En el fondo creo que todos tenemos esa vocecita que nos dice que algo no estamos haciendo bien, y nos produce un malestar emocional que se incrementa al comer de forma emocional ese chocolate o galleta o papalina. Pero seguimos en ese círculo de forma automática hasta que ocurra algo más. Y si ocurre sentimos esa llamada de atención que nos despierta para movernos de esa zona de confort y ver finalmente lo que no podíamos ver. Si hacemos consciencia de ello podemos hacer algo distinto. Requiere de mucha fuerza y valentía, claro está, pero si has estado en ese lugar sabes que quedarse sin hacer nada deja de ser una opción. Creo que si podemos realmente creernos esto dejamos de estar en un estado de negación y pasaremos a la recuperación.
La llave está en reconocer que tenemos algo que tratar. Que existen grupos de ayuda y que no estamos solos. Al principio si nos cuesta trabajo diferenciar entre hambre emocional y el hambre real o física, podemos prestar atención a cómo nos sentimos antes de empezar a comer.
Estos consejos te pueden ayudar a identificar y diferenciar:
HAMBRE FÍSICA Se incrementa con el tiempo. Se siente en el estómago.Cualquier cosa suena bien.No tienes sentimientos negativos cuando comes.Tienes la sensación de satisfacción cuando comes suficiente y te es más fácil detenerte. | HAMBRE EMOCIONALLlega abruptamenteEs un deseo específico o idea de algo.Se te antoja algo alto en calorías y procesado.Te sientes avergonzado o con culpa después de que comes.Puedes comer en exceso o tener atracones de comida y no sentirte satisfecho |
Para poder reducir o eliminar el hambre emocional es importante que puedas identificar las causas de tu conducta, y cuáles son las cosas que te provocan el hambre emocional. Por lo regular la principal causa del hambre emocional se debe a tener sentimientos atorados, necesidades no satisfechas.
Es por eso que para mi escribir me conecta. Porque aterrizo a tierra lo que hace ruido en mi mente. Leer también me funciona… Pero mi sugerencia es que realices distintas actividades hasta que encuentres aquellas que realmente te ayuden a liberarte de este patrón destructivo.
Una caminata o trotar alrededor de la cuadra o una rutina de yoga rápida pueden ayudar en momentos particularmente emocionales. En un estudio, en donde las personas participaron en ocho semanas de yoga y donde posteriormente fueron evaluados en cuestión de su atención plena y comprensión, se encontró que tenían niveles más altos de comprensión de sí mismos y de las situaciones que los rodeaban. Los resultados mostraron que el yoga regular puede ser una medida preventiva útil para ayudar a liberarse de estados emocionales como la ansiedad y la depresión.
Otra herramienta que puedes utilizar es la meditación. No es algo que practico todos los días pero trato de realizarla tres veces por semana al menos; y cuando me puse en la tarea de investigar e indagar más sobre este tema encontré que se ha visto que es muy efectiva para el trastorno por atracones y el comer emocionalmente.
Algo que estoy por implementar en mi journaling es llevar un registro de lo que cómo y cuándo lo como, pues de esta forma podré identificar los factores desencadenantes que me conducen a comer emocionalmente, junto con la posición de mi luna.
Como intención de año nuevo me he propuesto olvidarme de las dietas y restricciones. Quiero escuchar más a mi cuerpo y sintonizarme con él. Ya no quiero encapsularme en algo donde no me sienta cómoda, ya que cuando no cumplo un plan a su perfección; el estrés y frustración que siento me han llevado a comer emocionalmente y simplemente estoy tratando de salir de ese loop.
Hoy elijo una alimentación intuitiva como un método para cambiar mi relación que he sostenido con la comida y con mi cuerpo. Quiero elegir comida donde me sienta nutrida y que me haga sentir bien físicamente y sobre todo eliminar ese conteo excesivo de calorías, carbohidratos y peso que llevaba a diario. Me estoy repitiendo con afirmaciones diarias que yo no soy un número en la balanza. Que mi valor no está en eso, sino en todo lo demás que soy.
Por experiencia sé que cuando me he prohibido comer ciertos alimentos por miedo a subir de peso o como parte de una dieta solo me provoca que mantenga un vínculo emocional con ellos. En terapia comprendí que la comida no debería de hacerme sentir ni buena o mala, sin embargo, si me mantengo con una mentalidad de que “estoy a dieta” es más factible que mi relación con la comida sea más negativa. Prefiero decir que es un estilo de vida saludable, las elecciones que hago y manejo diarimente.
Siempre he comido rápido y viviendo todo este proceso, se que si aprendo a comer despacio me ayudará a estar más consciente de las razones por las cuales estoy comiendo. Últimamente, he usado el teléfono como acompañante para comer y esto se que tampoco es un buen hábito. Al verme en estas me he estado quitando las distracciones y observe que cuando involucro todos mis sentidos comiendo, participo totalmente en el proceso y me ayuda a sentirme satisfecha más rápido y con menos comida.
Comprendí que cuando no soy consciente de lo que sucede dentro de mí, es más fácil que recurra a cosas externas, como las dietas y otras formas de restricción de alimentos que solo me lleva a desear más la comida y a perder el control alrededor de ella.
Ilusoriamente creía que era en lo único en lo que podía tener el control y de esa forma me premiaba y castigaba de acuerdo a las emociones que sentía.
Como conclusión, para dejar de comer emocionalmente creo que debemos encontrar otras formas de satisfacer nuestras emociones.. Así que, no tengas miedo… Ve hacia adentro y descubre de qué formas puedes cuidar de ti y de tu cuerpo.
Con amor,
Jennifer Kelly.