La mayoría de los médicos estarían de acuerdo en que las enfermedades no comienzan con un diagnóstico. Empiezan como una semilla sembrada en el suelo. Gran parte del cambio y desarrollo pueden ocurrir antes de que los síntomas se presenten. El dolor es una forma en la que nuestro cuerpo trata de comunicarnos que algo no está bien. Pero es nuestro trabajo escuchar y tomar las medidas necesarias para que podamos encontrar la sanación a un nivel físico y/o emocional.
Creo que es importante tener un diagnóstico por supuesto, porque esto nos dará una luz para resolver el conflicto. Y si lo meditas un poco, te darás cuenta que el padecimiento o enfermedad por la que estás pasando tiene una conexión emocional. Al empezar un proceso de recuperación vamos a requerir enfrentar un problema que hemos estado ignorando o que no hemos querido aceptar.
Pero mientras vivimos el proceso, podemos experimentar una sensación de que las cosas no están en orden, y por ende podemos terminar en caos. Si le sumamos la cantidad de energía densa que podemos emitir y sentir nos angustiamos, deprimimos o desanimamos y todos estos términos tienen un uso en común: explican el síntoma, pero no podemos ver el origen o causa. Y las mismas molestias y dolor nos nublan y podemos quedar atrapados en un loop.
Simplemente creo que no estamos dispuestos a investigar las causas principales, prefiriendo una solución rápida en vez de cualquier análisis mental o espiritual. Porque ver nuestro interior puede ser un gran desafío. A veces es mucho más fácil tomar una pastilla para el dolor de cabeza, que realmente preguntarme: ¿por qué me duele la cabeza? Si ya he agotado y cubierto todas mis necesidades físicas. Emocionalmente, ¿Qué no estoy aceptando? Tenemos mucho ruido en el exterior, y a veces estos procesos son pausas necesarias y obligatorias que la vida nos regala; siempre para un bien mayor, aunque en el momento no lo sintamos de esa forma.
Actualmente, estoy recuperándome de una histerectomía y de unas hernias lumbares, y durante el proceso he tenido que observar, no hablar, reposar y físicamente no hacer nada. Solo esperar y pedir ayuda cuando lo he requerido. Y el no hacer nada es a veces más difícil que hacer… Y sin esperar mucho, llegan a nuestra vida esas noches negras, donde lo único que queda es doblar las rodillas y pedir dirección. La ayuda siempre está disponible y las respuestas aparecen.
Pero cualquier cosa que implique cambio a mi ego no le gusta. Sale con su debida oposición y resistencia.
Ya llevo unos años estudiando y practicando Kabbalah. Y aunque a veces podemos tener todos los conocimientos escritos en nuestros cuadernos, pasarlos a la práctica es otra historia. Sé que sólo hay una fuerza de energía que realmente sana y esa es la Luz del Creador. Pero para que el poder de su luz se active es responsabilidad mía hacerlo vida. Desde afecciones leves como un dolor de espalda baja por el cual he pasado por diferentes temporadas en mi vida, dolor de piernas, alergias en la piel, acné y hasta enfermedades serias como el cáncer (gracias a Dios hasta allí no he llegado) el factor crítico para la sanación es el flujo de energía de la Luz espiritual.
Un cuerpo enfermo es un cuerpo con un nivel bajo de Luz. Aceptar eso estudiando y practicando Kabbalah fue incómodo. Simplemente no quería ceder a esa idea y aceptar que no estaba haciendo bien mi trabajo.
Puede que resulten enfermedades como respuesta directa a situaciones de tristeza, o duelo y los kabbalistas nos dicen que cuando esto sucede y uno trasciende el tiempo necesario para seguir adelante, la Shejiná nos abandona, dejándonos vulnerables ante la separación de la conciencia de Yesod. La Shejiná es la fuerza metafísica que sirve como una cortina para protegernos del poder directo de la Luz del Creador, así como también como el canal por el cual hacemos una conexión con la conciencia de Yesod, para eliminar la negatividad. Por eso al conectarnos con el flujo de Luz espiritual, cualquier cantidad de aflicciones humanas pueden ser eliminadas.
Nuestros sistemas inmunológicos son la clave para su erradicación y durante este proceso de recuperación puedo compartir que la Meditación Kabbalística puede ayudarnos en definitiva y a mejorarnos. A mi me está funcionando.
Por decirlo de alguna forma, tenemos la habilidad de sanarnos. Si lo permitimos la Luz espiritual fluirá a través de nosotros, sanando mientras se mueve a través de nuestro cuerpo y alma. Porque esencialmente tenemos dos cuerpos. El primero es nuestro cuerpo físico, que ocupamos aquí en Maljut (plano físico 1%) y el segundo es el cuerpo metafísico oculto que está conectado directamente con el Árbol de la Vida, nuestra Alma; que sirve como una interfaz entre el Árbol de Conocimiento y el Árbol de la Vida, donde ocurre la única sanación verdadera.
Antes de llegar al tema de la Meditación Kabbalística, (que es lo que hice y sigo haciendo para sanar mi cuerpo) en lo que respecta a la sanación, debemos explorar primero una importante técnica que nos servirá para cumplir nuestros objetivos: La Visualización. Cuando nos incorporamos en el proceso y creamos imágenes mentales de los que queremos sanar, podemos imaginar que recuperar nuestra salud es posible y en nuestra mente visualizamos como la parte que nos aqueja está siendo llevada a su estado original, libre de dolencias, de culpas y cargas. Porque podemos realizar una auto sanación y hacerlo deliberadamente con una conciencia intencional. Esa es la clave. Puede parecerte infantil, o loco pero funciona.
Se han realizado muchas investigaciones sobre la conexión entre la actividad mental y el cuerpo físico, y la mayoría de ellas indica que la mente participa activamente en curar las enfermedades. Los Kabbalistas siempre han sabido esto. Ellos se han comprometido con lo que comúnmente se denomina el poder de la mente sobre la materia, pero llevan el concepto un paso más allá que los científicos especializados en temas físicos que observan el mismo fenómeno. Los Kabbalistas sugieren que más que ser un mero participante en el esquema metafísico-cuántico, un hombre o una mujer, utilizando el poder del pensamiento, puede determinar la actividad tanto física como metafísica. Para lograr esto, podemos utilizar las Siete Sefirot representadas en el Árbol de la Vida (Tikún Hanéfesh o Corrección del alma), desde Jésed bajando hasta Maljut. Este quantum energético, también conocido como el Tetragramatón, afecta directamente partes específicas del cuerpo a través de la influencia astral.
Este es el Tikun Hanéfesh:
La tríada superior del Árbol, que consiste en Kéter, Jojmá y Biná, representa las fuerzas que habilitan y dirigen los sentidos externos de la vista, el oído, el olfato y el gusto. Cada paquete gobierna e influencia los dos ojos, los dos oídos, las dos ventanas de la nariz, y la boca. Por ende, las Sefirot abren la puerta a la Sanación Kabbalística de cada parte del cuerpo.
Para utilizar el poder del Tetragramatón, simplemente debemos meditar sobre la combinación de nombres sagrados pertinentes al área física afligida y agregar una intención dirigida hacia esa área. Sin embargo, antes de que podamos sanarnos a nosotros mismos, debemos superar nuestra propia negatividad, dolor, tristeza y depresión. Si no esta meditación no tendrá el resultado que deseamos tener.
El grado de nuestra sanación depende completamente de nuestra habilidad de restaurar la Luz interna a su revelación más completa, y eso sólo puede ser alcanzado al transformar nuestro deseo negativo de recibir para sí mismo, a una actitud de compartir. Sólo así podemos vencer a cualquier enfermedad que quiera perturbar el balance natural de nuestro cuerpo.
Yo entendí durante mi proceso que el amor debe ser incondicional. Mi madre ha estado pasando por serios procesos de salud y el panorama no ha mejorado durante años. Estos últimos meses sentí lo que tanto rechace en ella, su queja constante y una actitud negativa. Comprendí las fases del dolor y lo difícil que es mantener una buena actitud ante la vida, más cuando no nos está sonriendo de vuelta. Pero si no fuera por estas Herramientas de Poder, tal vez me hubiese quedado en estado de victima mas tiempo. Tuve que pasar por aquí porque El Creador quería que rompiera unas cáscaras más referente al amor y a ponerme en los zapatos de los demás, pasar por el sendero de la misericordia, paciencia y compasión.
Cada vez que nos comportamos de manera negativa, cediendo ante el egoísmo, envidia y odio estamos dañando los poderes curativos naturales dentro de nuestro cuerpo. Con cada pensamiento o acto negativo nos estamos poniendo en riesgo Sin la conciencia elevada de la Luz Espiritual, estamos condenados a repetir el ciclo de salud-enfermedad.
La única razón para que el cuerpo físico sufra dolor, degeneración, envejecimiento, y muerte es el control del Oponente sobre el universo material.
Al enfrentar y minimizar al Oponente eliminamos todas esas condiciones debilitantes. Cuando permitimos que la Luz Espiritual inunde nuestro cuerpo físico con la energía de la fuerza que da vida, comenzamos a disfrutar de los beneficios de la intención original del Creador para nosotros, que es compartir, dar amor y vida.
La mente juega un papel activo en el proceso de sanación. Al mantener la energía positiva, atraemos más positividad a nuestras vidas, mejorándonos en múltiples niveles. Tengo que ser honesta y compartir que mi proceso aún está activo, aun tengo dolores ocasionales en las piernas por las hernias lumbares, pero me siento mucho mejor. Más aún, al interiorizar más y buscar las raíces de mi patología, a ese nivel emocional y físico, es donde puedo hacer cambios duraderos para mejorar mi vida. A fin de eliminar mi enfermedad, la ley de causa y efecto requiere igualmente que regrese al día en el que me cause daño a mi misma y a los demás. Haz este ejercicio y pregúntate: ¿Por qué estoy sufriendo malestar o dolor y de donde viene? ¿Cómo se siente? ¿Que lo activa o provoca? ¿Cómo lo enfrento? Y si no… ¿Cómo me medico y lo evado? Conforme descubras la fuente de tu enfermedad puedes preguntarte… ¿Qué me impide sanar?
Ser honesto con uno mismo puede significar un cambio de hábitos y decidir si simplemente hay cosas que ya no suman en nuestra vida. Cuando llega el momento se siente, y lo que queda es agradecer y dejarlas ir.
Por ejemplo puede que a veces necesitamos cambiar nuestra dieta, eliminar cuentas en redes sociales que ya no nos traen luz, lugares y amigos con los cuales pudimos haber crecido pero simplemente llega la hora de evolucionar, programas en nuestros streamers que solo nos dejan tensos o perdemos el tiempo con una función narcotizante… Cuando reaccionas te quedaste ¡tumbado más de tres horas frente al televisor y celular! Y ese tiempo si no fue bien invertido ya no regresa.
A veces no logramos soltar patrones de conducta que creemos son parte de nuestra personalidad porque así nacimos. Y esa rigidez solo es una excusa más de nuestro ego para seguir teniendo el control. Y en realidad nunca hemos estado al control de.. todo es una ilusión. Pero esto nos puede llevar a una dirección positiva, a un nuevo sendero y un camino lleno de sorpresas si decidimos hacer algo diferente. La invitación puede parecer un misterio, pero la Luz que viene de allí, es algo por lo cual estoy dispuesta a dar ese salto al vacío, a pesar de sentir miedo. Y sobre todo mantener un enfoque en lo que es positivo y bueno para mi vida pues son la clave para mantener un cuerpo sano y lleno de plenitud.
Con amor,
Jennifer.